Hace poco fui a Dover y estuve hablando con una señora que me contó que su hija estuvo 10 años viviendo en Londres, trabajando para una de las agencias de publicidad más grandes del mundo y teniendo una vida de éxito. Hasta que se cansó, se compró una casa en un pequeño pueblo frente al mar y ahora se dedica a vender pescado. Me dijo: "La gente se empeña en tener una vida de éxito, pero a veces puedes ser feliz vendiendo pescado. Cada uno encuentra la felicidad a su manera".
Yo me dije para mí que no quería ser una mujer de éxito, sino una mujer feliz. Es entonces cuando me planteo qué es el éxito. Un concepto que creo que siempre ligamos erróneamente a la fama, los títulos y cargos, el dinero. Y en realidad lo que sería todo un éxito es poder conjugar la felicidad como persona, la satisfacción profesional y tener algo por lo que luchar.
"Hemos venido para disfrutar del misterio", me dijo Toni una vez, y la frase se quedó grabada en mí. El universo, el mundo, la vida.. es un gran misterio por el que debemos luchar, cada uno a su manera, como decía aquella mujer en Dover. "La vida es una continua lucha", me explicaba mi madre mientras le contaba mis angustias vitales. Y si dejamos de luchar, dejamos de disfrutar del misterio de la vida, y comenzamos a dejarnos llevar. O lo que es lo mismo, cada uno debe currarse su forma de vida... e implicarse.
Amo la tierra con la misma intensidad que el bebé ama el vientre y el pecho de su madre. Amo a quienes piden la paz en el mundo porque la Pachamama necesita sus voces, y a los que trabajan con sus manos por la justicia. Amo al granjero que cuida de los animales con buenos tratos porque su ejemplo es necesario y a quienes buscan alternativas conómicas y sociales al despilfarro actual de recursos. A los científicos que tratan de buscar respuestas y a quienes tienen fe y creen en algo, porque nuestra mente tiene un poder maravilloso. Y amo a los periodstas que tratan de contar verdades le pese a quien le pese.
Uno no puede hacerlo todo, pero puede amarlo todo. Uno sólo no puede cambiar el mundo, pero sí que puede mejorarlo haciendo aquello en lo que es más valioso, lo que mejor se le da o lo que más le gusta. Es la manera de agradecer a la vida este lujo que es poder "disfrutar del misterio". "Eres potencia sin control", analizaba Jose de manera muy certera. Lo quería hacer todo, dividiendo mi fuerza en cientos de puntos muy distntes entre sí, y no consiguiendo nada más que frustración. "Quieres descubrirlo todo, aunque no esté ni inventado", me decía Andrea en el tercer aniversario de tropezarme por primera vez con ella. Y sí, lo quiero conocer todo, en profundidad, descubrirlo, disfutarlo, analizarlo. Quiero aprender a cultivar, quiero conocer alternativas sociales que ya están funcionando, quiero contar los infinitos brazos de las mafias, quiero tocar la guitarra y saber por qué un grupo es bueno. Tengo hambre de conocer y la puedo saciar porque soy periodista, y ser pediodista, cuando tienes que pagar por cubrir una guerra, no es una profesión. Es una manera de entender el mundo y de estar en él.
Hace años, cuando empezaba a estudiar mi carrera, leí un libro de Arturo San Agustín, muy sencillo y directo, que me marcaría para siempre. En él decía que "tener vocación es no tener que preguntarse si se tiene vocación". Nunca lo he hecho.
"Tú sólo puedes ser feliz siendo periodista", sentenció Juan Carlos Valero hace unos meses, cuando compartíamos mesa en la redacción. Yo creo que puedo ser feliz de muchas maneras, pero que el éxito de mi vida, tal y como yo lo entiendo, radica en continuar evolucionando para algún día, ser de esos profesionales que marcan la diferencia en alguna pequeña cosa. "Mientras haya enfado hay esperanza", reflexionaba Jimmy en una asamblea del pueblo hace unos días. Bien, hay enfado. "No quemes tu energía, canalízala", me escribió Cheron en un email. Es el siguiente paso.
"No se puede cambiar algo sin implicarse y menos sin conocerlo en profundidad", reflexionaba Santi ante una frase que escribi en Facebook. Mi papel es poco a poco conocer la realidad en la que vivimos y sus engranajes, para contarla. "La verdad cambia a la gente y el precio que hay que pagar por conocerla a veces es demasiado elevado", continuaba él. Estoy dispuesta a pagar ese precio por un mínimo cambio.
Uno nunca sabe cuando una frase colgada en el aire puede dar sentido a algo. Cambiar una vida. Cambiarlo todo.
Uno nunca sabe cuando una frase colgada en el aire puede dar sentido a algo. Cambiar una vida. Cambiarlo todo.
Creo que, de todo lo que has escrito hasta ahora, este es mi post favorito. Para mi el éxito radica en el equilibrio entre, por decirlo de alguna manera, lo terrenal y lo espiritual. Equilibrio entre lo material y lo inmaterial. Entre la vida profesiona y la familiar. En el equilibro está el éxito pues creo firmemente que una persona que no esté equilibrada no puede llegar a ser una persona exitosa. Y también pienso, aunque suene un poco naïf, que una persona que no sea buena tampoco puede llegar al éxito. Lo bueno atrae a lo bueno y punto.
ResponderEliminarRespecto al periodismo, aún recuerdo que en primero un profesor, delante de toda la clase me preguntó "¿porqué has decidido estudiar periodismo?" Yo sólo atiné a contestar "No sabría ser otra cosa que periodista". Y es que nunca me he planteado ser otra cosa que no sea periodista.
¡Ay!, me encantaría poder debatir todas estas cosas contigo en un café de Gràcia. Pero bueno, es lo que hay ;)
Marta N.
Qué pena que el blog no tenga una opcion de "me gusta". Jajaja. Creo que tienes razón en todo lo que dices... El quilibrio. Sí. Yo creo que precisamente algo que me trastoca es no encontrar la manera de vehicular mi espiritualidad, cosa a la que me ayuda bastante este blog.
ResponderEliminarCuando menos te lo esperes me descuelgas el teléfono y te digo, "¿Vamos al Otro o a la Fourmi?"... Estaría genial resguardarse del frío en un café al amparo de la conversación de un buen amigo. Un beso, bonica!